miércoles, 22 de septiembre de 2010

Ha pasado algún tiempo, desde mi partida, desde ese día que decidí cerrar un ciclo de vida, tal vez olvidando que dejaba a lo lejos , lo que realmente era verdaderamente mío, mis hijos, mis nietos, todo por acreditar que el caminar junto a alguien representaría compañía, pero muchas veces no lo es así.
He contemplado como la magia del instante va decayendo como estrella fugaz, y jamás nos dimos cuenta que apenas era una roca que rozo la tierra y la fricción ocasiono su fulgor y brillo, apenas era fuego sin mucho valor.
He creído que la convivencia se alimenta de pequeños detalles, de sentir que sin pedir, alguien pueda intuir que algo nos acontece, pero creo que esto es una quimera, Alguien me recordó un día que cuando quisiese algo, tenia que pedirlo, pues nadie es capaz de asumir lo que muy adentro deseo o pretendo, de lo contrario apenas será el tiempo que me haga olvidar lo que anhelaba.
Hay instantes donde los recuerdos se me presenta como una gran pantalla de cine, pues realmente es la historia escrita que me acompaña cada día, el mañana no me atrevo a predecirlo, apenas esperar por él, y mi presente es lo que de real tengo.
Llego a pensar que no es recorriendo mundos que resolvemos conflictos, y las batallas no se afrentan desde la distancia. Pues apenas recogemos esa batalla interior, que dista de hacernos sentir placidos. Tiempo que sin detener esta a la espera de nosotros. Mientras egoístamente esperamos el tiempo de vivir. De soñar, tiempo de creer que mas allá del horizonte están las respuestas de nuestras dudas.
Una maleta repleta de aspiraciones que mantienen el vacuo de lo que realmente deberían haber contenido. Hoy no se más que fue mejor. Aún busco mi respuesta. Aún procuro mi sueño real, mi trayecto de vida. Aún la nostalgia de mis hijos en mueve las fibras del corazón. No se que decirte amiga, más allá del murmullo que me atrapa en cada instante del sentir.

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Ellas mantienen pensamientos y sentimientos silenciados en cada letra y frase que quedaron plasmadas en esas cartas que jamás encontraron el instante preciso de ser enviadas,
a quien las quisimos hacer llegar, distancias que se acercaban y que quedaron inscritas en el añil de un papel sutilmente perfumado.
Cartas dulcemente esperadas,
Otras veces fueron la forma de concluir un cuento que se creyo perpetuo en el tiempo.
Muchas son las cartas que se guardan como tesoros secretos de un tiempo, un sentir, una suplica, un amor y desamor al mismo tiempo.
Quien no ha comenzado con una misma frase…..
Querido Amor.
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