jueves, 14 de julio de 2011

Hace un tiempo deje de verte, de oirte, de saberte, y te extraño inmenso, cuando busco en el cielo las estrellas tratando de ver tu rostro, veo la intensidad de la luz que cada una de ellas proyecta al universo, seguro al igual que tú brillas, muchas son las madres que desde el infinito como estrellas se hacen presencia a sus hijos.

Nuevamente por instante consigo oler tu piel, tu olor, sentir el calor del afecto que sentí cuando tu mano anciana, rozaba mis cabellos mientras me recogía en tu regazo.
No compartí contigo la inmensidad de los días, pero viví intensamente a tu lado el tiempo que el camino nos permitió.
No festeje contigo fechas importantes, apenas te oí desde el otro lado de la línea del teléfono, pero si conservo tatuado en el alma, en el corazón, en los recuerdos, los instantes donde la vida fue una inmensa fiesta para ambas.
Descubri la simpleza de tu alma, y los secretos guardados, vi el brillo de tus ojos, y sentí el murmullo del llanto. Te vi sonreír y a la vez llorar, te oí agradecer a Dios por la vida y a la vez implorar misericordia para partir a su lado.
De Ti aprendí el secreto del mirar el camino, el horizonte que para muchos esta perdido, y para ti siempre fue certeza. Siento tú mano ahora en mi hombro, mano a mano implorando por el amor de nuestras vidas, amor de intensidad en contraste. Tú luz bordea su cuerpo, tus manos se unen a las mías en una oración de lucha, en el susurro del viento oigo tu murmullo, en las aguas de mi lago siento tu presencia, entre los árboles del bosque oigo el canto de las aves y el renacer de las flores que un día te prometí mostrar. Me engendraste en tú seno y en el abrazamos juntas la vida, hoy te volviste mí guía de luz e inclino mi cuerpo para bendecirte por ese arco iris con que nos envuelves, por ese hilo de plata que una vez más extiendes. El murmullo de tus palabras fluyen en mi garganta tornándose eco y unes tu fortaleza al universo para irradiar luz al hombre que has amado eternamente y esperas abrazar en el infinito en su tiempo justo, a mí Padre que siente desvanecerse en cada día que amanece. El universo conspira al deseo ínfimo de los hombres pero también escucha y ejecuta los decretos que con amor se formulan. Y ambas hemos decretado por el don de la vida, por el tiempo justo, por el corazón robustecido, por el desvanecer de la enfermedad.

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Ellas mantienen pensamientos y sentimientos silenciados en cada letra y frase que quedaron plasmadas en esas cartas que jamás encontraron el instante preciso de ser enviadas,
a quien las quisimos hacer llegar, distancias que se acercaban y que quedaron inscritas en el añil de un papel sutilmente perfumado.
Cartas dulcemente esperadas,
Otras veces fueron la forma de concluir un cuento que se creyo perpetuo en el tiempo.
Muchas son las cartas que se guardan como tesoros secretos de un tiempo, un sentir, una suplica, un amor y desamor al mismo tiempo.
Quien no ha comenzado con una misma frase…..
Querido Amor.
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