miércoles, 17 de junio de 2009

Hace mucho que las cartas dejaron de llegar, dejo el tiempo de tener razón para esperar, luces que antes dieron sentido a mi horizonte y hoy apenas son parte de un pasado que no tiene razón de seguir alimentando.
Tras el silencio, y la ausencia, solo cabe el seguir caminando esa calzada que un día trace, con la diferencia de no tener el mismo común denominador.
Creo que la distancia en ocasiones es el filtro de los sentimientos, el cual destila lo mejor o lo peor de nosotros mismos.
Muchas veces me he transportado en el tiempo, cuando mi padre tomo una maleta repleta de sueños, y emprendió una ruta indeterminada. La templanza de alcanzar un futuro promisorio, así como él, muchos fueron los que emprendieron esa aventura a las Américas, como le decían. Comienzos inciertos, duros, y acrecidos por la soledad, constante el empeño de su prioridad poder traer a junto de ellos a la persona amada.
Esa casta de guerreros emprendedores alcanzo soslayar los caminos impenetrables dentro de sus escasos mundos.
Que puedo decirte más mi preciada amiga. Mas que la realidad que se hace evidente tras un largo silencio. Pero se esta mientras se desee estar, y con quien deseamos estar. Espero recibir tus letras en breve, y que esta distancia no merme nuestras conversas.


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Ellas mantienen pensamientos y sentimientos silenciados en cada letra y frase que quedaron plasmadas en esas cartas que jamás encontraron el instante preciso de ser enviadas,
a quien las quisimos hacer llegar, distancias que se acercaban y que quedaron inscritas en el añil de un papel sutilmente perfumado.
Cartas dulcemente esperadas,
Otras veces fueron la forma de concluir un cuento que se creyo perpetuo en el tiempo.
Muchas son las cartas que se guardan como tesoros secretos de un tiempo, un sentir, una suplica, un amor y desamor al mismo tiempo.
Quien no ha comenzado con una misma frase…..
Querido Amor.
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